Con este artículo, quisiera hablaros del tema del maltrato tan sutil que a veces sufrimos, sin darnos cuenta, en nuestra sociedad y que tendemos a normalizar.
Hace unos días me ocurrió algo muy desagradable. No me di totalmente cuenta de lo que había sucedido hasta días después.
Fui a un especialista en fisioterapia recomendada por una conocida, que prefiero no involucrar. Ella me advierte que el profesional es un poco borde pero muy bueno en su práctica. Este comentario ya dice mucho por sí mismo, pero decido obviarlo ante la desesperación de mi dolor físico y cojo una cita.
Voy con un dolor plantar y este señor, el cual no voy a volver a nombrar ni como especialista ni como profesional, me dice que tiene que ver con mi nervio ciático por lo que me indica que me tumbe boca abajo.
Estando en esta postura, en una sala sóla con esta persona y otros dos compañeros suyos varones que hablan entre ellos, me baja el pantalón y las braguitas sin pedirme permiso. En ese momento me siento fatal pero no digo nada. Empieza a pincharme con unas agujas y me duele mucho, me quejo y me dice que me tranquilice, que ésto es así y me aguante un poco…y sí, yo aguanto…
Aguanto hasta el punto que termina la sesión, me siento con los mismos dolores físicos, además de mucha angustia y muchas ganas de llorar que no entiendo, pero cojo la siguiente cita, casí en piloto automático, sin escucharme.
Ese día, tenía pendiente unas citas que pospongo porque no entiendo qué me pasa, pero me pide el cuerpo soledad. Me voy a la playa, hace frío, pero meto los pies en el agua y me pongo a llorar sin entender qué me está pasando…
Llego con la persona que me recomendó y le explico lo sucedido, lo mal que me sentí cuando me bajó las bragas sin permiso sin taparme sin cuidado… y me dice que él es así, que me acostumbraré y me vuelve a decir que es muy buen profesional.
Yo me voy y siento que me lo estoy tomando yo muy mal, que estoy exagerando… me culpo por saber aguantar, por ponerme así conmigo misma.
Van pasando los días y me van apareciendo imágenes de situaciones en las que me han tratado mal, no me han pedido permiso y he callado porque, pensaba igual, que es la forma de hacerlo y el otro es un «especialista».
Muchas de estas imágenes tienen que ver con mi niña interior. Malos tratos de algunos profesores y mis mayores, aquellas personas que tenían que protegerme, en su desconocimiento y haciendo lo mejor que sabían, diciéndome que algo habría hecho yo para ser tratada así. Mi primer trabajo en el que abusaron de su poder con una niña y de nuevo mis mayores diciéndome que tenía que aguantar, que es lo que había…
Otras imágenes tienen que ver con jefes que han abusado nuevamente de su posición para imponer abuso. U otros profesionales, como ginecólogo que te mete, en una parte tan íntima, un espéculo sin detenerse a preguntarte y decirte que respires… y duele.
Podría seguir nombrando abusos tan normalizados, que no sólo se dan por ese falso poder que se autoimponen algunos profesionales, pero hoy no es espacio para eso.
Siguiendo con mi proceso, tras varios días así, con malestar, cada vez más consciente, pero me lleva un tiempo hasta que realmente paro, respiro profundo y me dije NO!! Yo puedo elegir y ELIJO NO AGUANTAR EL MALTRATO!! Una persona deja de ser un profesional cuando deja de tratar al otro como un ser humano y a mí no me trataron así.
Hoy, como mujer adulta que soy, ELIJO NO, no me quiero acostumbrar a que me traten mal, a que no me respeten. NO QUIERO y lo grito bien alto.
En consulta me encuentro con muchas personas, entre ellas la mayoría mujeres o personas con otras orientaciones sexuales, que se les maltratan, en una sociedad en la que se normaliza este tipo de trato y por ello quería hoy poder denunciarlo.
Yo he podido darme cuenta y actuar, días después de lo sucedido, a pesar del mucho trabajo personal que tengo realizado. Para otras personas no es tan fácil y por eso hoy elijo DENUNCIARLO por esta vía.
Tras ésto, entendí por qué necesité ese día estar a solas, por qué lloré y me lo permití. Me abracé y fui compasiva conmigo por lo sucedido. Hay una historia potente detrás que no facilita ver con claridad cuando nos están faltando al respeto, cuando están abusando y dejamos de escuchar sin darnos cuenta los mensajes que manda nuestro cuerpo.
Si te ha pasado algo similar, no te maltrates, trátate con compasión y respeto, porque que nos pase y no pongamos un límite a tiempo, no siempre es fácil, no siempre le ponemos conciencia, pero lo importante es poder verlo y poco a poco podremos aprender a hacerlo de otra forma.
Espero que pueda ayudarte a no normalizar que te toquen sin permiso, ya sea un «profesional» de la salud o cualquiera que esté a tu lado.
Mi cuerpo es mío y es mi obligación protegerlo y cuidarlo.