Hablemos de apego…
En momentos donde me siento vulnerable o me detengo a observar el porqué de mi comportamiento en las relaciones, tengo la sensación de que esto ya lo he vivido. Se está repitiendo la historia con esta amiga, con esta pareja…
Entender el por qué, me calma, visualizar mis vínculos, mis carencias, mis dificultades… me acercan un poco más a mi misma, a lo que quiero soltar y lo que quiero alcanzar. Descubrir mi apego me ayudó a identificar mi conducta en las relaciones, a ser consciente y comprenderme.
El apego es nuestro primer vínculo con los cuidadores de referencia. Es necesario que esté presente, ya que necesitamos del cuidado de otros seres para sobrevivir cuando nacemos. Se va formando a lo largo de la infancia e influye en las futuras relaciones de amistad, pareja e incluso la relación con nosotros mismos.
Según la Teoría de Bowlby existen cuatro tipos de apego, que se clasifican en dos grandes bloques, apego seguro e inseguro. Explica que el apego infantil tiene varias características: el mantenimiento de la proximidad, el refugio seguro en el que buscar consuelo cuando tenemos miedo o hay peligro, el hecho de ser una base segura para explorar el entorno, y la angustia generada ante la separación de la figura de apego.
El apego seguro se da cuando mis cuidadores de referencia cubren mis necesidades físicas, fisiológicas y emocionales. Están presentes y disponibles para mi cuidado físico y emocional de forma estable y a lo largo del tiempo. Cuando un adulto tiene un apego seguro, tiene la capacidad para tener relaciones saludables, donde se muestra cercano y desarrolla su intimidad. Generalmente, desarrollan una buena autoestima y son conscientes de sus capacidades.
El apego evitativo, pertenece al bloque del apego inseguro. Se desarrolla cuando mi persona de referencia se muestra fría y distante a nivel emocional. Es decir, el cuidador principal tiene dificultades en la gestión, atención y validación emocional. Además, el cuidador fomenta la independencia y autonomía. Cuando una persona tiene este tipo de apego, suele presentar dificultades para expresar sus emociones, tener relaciones más estrechas o íntimas.
Siguiendo en el bloque del apego inseguro, encontramos el apego ansioso- ambivalente. El cuidador principal suele estar de forma intermitente a nivel emocional, esto genera incertidumbre, miedo y angustia ante una posible separación. Una persona con este apego, puede sentir miedo a quedarse sola, al abandono… Suele tener relaciones de dependencia emocional y buscar la validación y aprobación externa.
Por último, el apego desorganizado, también está incluido dentro del apego inseguro. Este se da cuando la persona de referencia no está disponible. Por lo tanto, no me siento atendida, tiendo a la evitación y tengo resistencias. En la edad adulta pueden presentar dificultades en las relaciones íntimas, en la baja confianza hacia los demás y en las relaciones de amor- odio e inestabilidad.
Es importante tener en cuenta que nuestro apego nos influye, pero no nos condiciona para siempre. Se puede trabajar en terapia aquellos puntos que nos generen malestar para poder modificar estos patrones.
En conclusión, como comentaba al principio, identificar el propio apego, ayuda a comprender y ser consciente de las necesidades. Si has sentido que te identificas y te gustaría trabajar para seguir desarrollándote, puedes ponerte en contacto con nosotras.